Trabajar en el agitador mecánico de la fosa de estiércol no era uno de los trabajos favoritos de Jay Anderson, pero era necesario de vez en cuando y lo había hecho muchas veces. Hoy, mientras el sol de julio azotaba el suelo reseco, este hombre de 28 años se vio obligado a entrar en la fosa para sustituir un pasador de seguridad del eje del agitador.
Cuando terminó el trabajo y empezó a salir del pozo, le invadieron los vapores tóxicos y cayó al fondo del pozo de 3 metros de profundidad. Su sobrino de 15 años vio lo que había ocurrido y bajó rápidamente para rescatar a su tío. Sin ser consciente de los gases potencialmente mortales que habían afectado a su tío, él también se sintió abrumado y se desplomó.
Al darse cuenta de que había un problema, un primo de Jay Anderson, de 63 años, se metió en el pozo para rescatar a los dos. Le siguió el hermano de Jay Anderson, de 37 años, y finalmente su padre, de 65 años. Cada uno entró en la fosa por separado para intentar rescatar a los demás. Los vapores tóxicos, más intensos debido al calor, les vencieron y se desplomaron.
Los equipos de rescate llegaron al lugar 20 minutos después del colapso de la última víctima. Los cinco hombres murieron en las seis horas siguientes a la exposición a los gases del pozo de estiércol. Los informes del médico forense citan la asfixia por gas metano como causa de la muerte de cada una de las víctimas.
La concienciación sobre los peligros de los gases de las fosas de estiércol y una ventilación adecuada en la zona de las fosas podrían haber evitado estas trágicas muertes.